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Descripción archivística
Archivo Municipal de Medina del Campo
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El Anunciador Medinense

Es el más antiguo “anunciador” publicitario que conocemos de cuantos se publican durante las fiestas mayores de Medina del Campo. Según se dice en su cabecera, sale a la luz los días 2, 3 y 4 de septiembre y sus cuatro páginas están dedicadas íntegramente a anuncios comerciales repartidos en tres columnas. Se compone en la imprenta de Benito Manuel (Plaza Mayor, 50) lugar donde se ofrece más información sobre los productos y servicios publicados. Los anuncios nos ofrecen interesantes reseñas sobre los paradores titulados de la Victoria, de la Esperanza, del Siglo, del Norte, del Segoviano… todos ellos “próximos a la Estación” del ferrocarril; de fábricas y almacenes de jabón, de licores, de curtidos…; de tiendas de modistas, sombrereros, relojeros, pintores-decoradores…; de cafés de moda y salones de baile…, incluso de la venta de novedosos “sellos de caoutchouch”.

Semana Medinense

Sólo conocemos dos ejemplares de los días 4 y 8 de septiembre de 1901; se publica en la imprenta de Honorio Román (Calle Padilla, 12), consta de tres columnas por cada cara y faldones laterales con frases de lectura horizontal. Junto con los anuncios publicitarios, se recogen breves reseñas –algunas en verso- en las que se da noticia de los encierros y corridas de toros, de las sesiones de teatro, de las pioneras proyecciones del cinematógrafo “Wargranph Esther” instalado en la fábrica de luz (en la actual plazuela de San Francisco) o de los conciertos de la banda militar. También de la salida de los gigantes y cabezudos, de los premios de la rifa benéfica o de la iluminación ferial.

El Tío Celipe

Este diario festivo, con salida al público los ocho días de feria mayor, nace el 1 de septiembre de 1914 de la mano del maestro Rufino Sáez Gómez, al que hemos visto colaborar en otros periódicos. El primer año se compone en un formato de folio a tres columnas, y en los dos siguientes en folio doble a cuatro (son los tres años en que nos consta su aparición). Se realiza en la imprenta medinense de Juan Luis Díez y recoge sólo noticias feriales, chascarrillos humorísticos y anuncios. Las firmas seudónimas -"El Buñolero", "El Avisador", "El de la Tanda", etc.- que aparecen al pie de los artículos nos hacen sospechar en una misma procedencia: la del "alma mater" del diario festivo. El fino humor, la ironía y, sobre todo, la originalidad, especialmente en los anuncios publicitarios, quedan patentes en todos los ejemplares conservados.

El Eco Medinense

Este diario ferial se imprime en los talleres tipográficos de Francisco Román; aparece el 1 de septiembre de 1926 manteniéndose hasta el 8 del mismo mes de 1931. Impreso en cuatro páginas de doble folio a dos tintas, en él únicamente se recoge el día a día de las fiestas patronales de esos años, anuncios y algún que otro artículo sobre curiosidades locales firmado por Julián del Río, auténtico promotor de esta publicación. Los ejemplares conservados pertenecen a la Colección de Antonio Sánchez del Río.

Semanarios locales

La actividad periodística de la Medina que cruza la frontera del siglo XIX para introducirse en las primeras décadas del XX se resume, por un lado, en un buen número de semanarios que se van sucediendo a medida que desaparecen los anteriores; y, por otro, en la muy corta vida de la gran mayoría de ellos, especialmente los ligados a una opción política concreta, circunstancia que condiciona su pervivencia pública.

El Progreso de Castilla

Tanto por las personas que lo componen como por la línea editorial que sigue, podemos afirmar que nace como sucesor del desaparecido semanario Heraldo de Castilla. Aparece el 6 de marzo de 1921 (es decir, una semana después de desaparecer el Heraldo) con Saúl Gazo Borruel como director y Federico Velasco Díez como gerente. Tiene su administración en el nº1, principal, de la calle de Bernal Díaz del Castillo, figurando Marín Gazo, hermano del director, como administrador a partir de 1922. Entre sus colaboradores cabe reseñar los nombres de Vicente de la Serna, C. Vega, "Clarito", Braulio Trujillano, Joaquín Domingo y Federico de Mendizábal. En su folletón se publican obras del poeta Rufino Sáez como "La Escabrosa Senda". Consta de cuatro páginas de doble folio a cuatro columnas y, a la vista de los ejemplares conservados, desaparece en los días finales de 1922.

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